Amables lectores, estamos terminando ya enero del 2021, Año del Bicentenario de nuestra independencia. Convengo que, al igual que ustedes, habría esperado celebrarlo en circunstancias totalmente diferentes a las que vivimos hoy. Pero las cosas son como son, no como deseamos que sean. De esta manera, nos toca cuidarnos, cuidar y adaptarnos, velando por la seguridad de nuestros seres queridos y también la de quienes de una u otra forma trabajan con nosotros y para nosotros.
En nuestro sector son muchos los involucrados. En primer lugar está el mismo desarrollador inmobiliario, que valientemente emprende un proyecto multifamiliar o de oficinas, dando trabajo a arquitectos, ingenieros, maestros de obra, obreros. personal administrativo y de ventas. Pero también están quienes de una u otra forma fungen de proveedores: los fabricantes de pisos, muebles, grifería y sanitarios... Y entre el desarrollador y el comprador nos encontramos nosotros los agentes, más conocidos como corredores. Y es deber de todos y cada uno contribuir a la profilaxis. Y no precisamente de mala gana, como muchas veces ocurre en estos lares.
Seamos realistas: las cosas son como son y esta situación tiene para rato, peor todavía cuando la segunda ola se encuentra en alza. Yo calculo mínimo dos años más de pandemia, rogando a todos los santos que no nos encajen otra. ¿Hay manera solucionar el problema? Bueno, resolverlo no está en nuestras manos, pero sí lo está evitar riesgos y peligros innecesarios. Y para ello están los protocolos, puntualmente el de CAPECO que, según he sabido, algunos dejaron arrinconado por ahí. Fuerza es, amables lectores, tomar al toro por las astas, pues tenemos en ciernes un segundo confinamiento. Y me atrevo a proponer estas acciones puntuales:
1. Atender de forma virtual a clientes durante la etapa de preventa y construcción. Tomando en cuenta la seguridad personal en las edificaciones, me parece más que razonable. El ejecutivo asignado a la caseta de ventas y/o el agente inmobiliario tranquilamente pueden mostrar planos y vistas en videoconferencia, con la ventaja de que podrán participar todas las personas interesadas en la compra, sin tener que esperar turno por causa del distanciamiento social. Esto no sería obstáculo para que el cliente pase por la zona y dé su visto bueno.
Convengo que hay quienes sienten verdadera tirria de solo pensar en utilizar un Zoom o un Skype o videollamada WhatsApp. Sin ir más lejos, mis socios familiares los detestan y casi me comieron cruda cuando se los propuse. Pero en plena cuarentena yo he cerrado operaciones con estos medios, así que doy fe de su efectividad. Por otro lado y si la obra está en proyecto, igual el potencial comprador no podrá visitar un inmueble inexistente y solo le sería posible apersonarse a la oficina de la constructora. Y es sabido que las municipalidades son reacias a permitir visitas en obra, a menos que ya esté terminado el casco. ¿Dónde está el problema entonces?
2. Aplicar con mayor diligencia el protocolo de CAPECO. ¡Ay, señores constructores, que aquí hay mucho pan por rebanar!
Como hace poco he cumplido sesenta setiembres, he optado por quedarme en casa haciendo el monitoreo de visitas desde aquí, mientras que mis socios familiares son los que muestran los departamentos hechos o a medio hacer. Pues bien, mi hermano Carlos me contó que al principio prácticamente los "alcoholizaban" de pies a cabeza toda vez que entraba a alguna obra, fuera de que solamente podían ingresar máximo dos personas y sin menores de edad. Hoy estas medidas se han descuidado y no faltan quienes llevan a adultos mayores y niños pequeños ¡en grupo!!! Esto hay que corregirlo si es que el rubro no quiere pagar caras consecuencias de tal descalabro. Sé que no faltan clientes que exigen entrar con toda la sacra familia, pero es preciso ponerles freno ya, que más luego es tarde. Tómese en cuenta, además, que quien hoy se niega a obedecer indicaciones elementales, mañana será un propietario realmente cargoso para la constructora, amén de un insufrible residente para sus vecinos. Saquen provecho de esta pandemia, señores, que la coyuntura actual permite hacer acuciosos filtros y evitar así problemas ulteriores.
3. Replantear conceptos arquitectónicos acordes a la nueva normalidad. Señores, aquí tengo que ser muy clara.
Debido a la pandemia, buena parte de los desarrolladores inmobiliarios ha comprendido las auténticas necesidades de una Familia. Un ejemplo claro de ello es Líder Grupo Constructor, especialmente con su Condominio Tress Mambo (1) ubicado en el distrito de Comas. ¡Me quito el sombrero ante lo que han diseñado, porque consideran 4 dormitorios y hasta congeladora tipo Tiendas Tambo para los departamentos!!! ¡Y son para el programa MiVivienda! Conste que no han descartado las áreas comunes, antes bien las ha optimizado precisamente en aras de dichas necesidades y veo que esta nueva forma de diseñar empieza a ser tendencia. Pero hay otros empresarios de la construcción que insisten en levantar verdaderas ratoneras que no cuentan ni siquiera con comedor y la lavandería (2), ambientes indispensables para conservar la salud física y mental en esta emergencia sanitaria, así como el decoro. Esto lo vengo notando en ciertos proyectos que serán entregados en el 2,022. Me late que es porque suponen que para ese tiempo habremos superado la crisis y nuevamente el público clamará la vivienda-hotel con áreas comunes exquisitas, a la que solo se llegará a dormir. ¡Craso error, señores! Aceptémoslo de una vez: las pandemias se han vuelto de la noche a la mañana en negocios muuuy rentables para ciertas industrias. Superada esta vendrá otra. La vida como la conocemos no volverá a ser la misma. Y es mejor adaptarse si queremos sobrevivir.
En los planos de arquitectura he observado también lo siguiente: abundan diseños -incluso en departamentos de mayor área- que parecen haber sido pensados por profesionales que en su vida lavaron siquiera un par de medias. Porque no me entra en la cabeza que aparten la lavadora del lavadero con caño, encajonando a la una y al otro en cabinas individuales con puertas de melamine ¡y en ambientes distintos!!! ¿Ignoran que hay prendas que es preciso desaguar antes, como es el caso de la ropa de bebés y adultos mayores y que, por tanto, sería catastrófico trasladar la batea de un lugar a otro? Algo similar ocurre con la cocina, a la que destinan una mesada de menos de un metro lineal y en donde hacen caber en conjunto encimera y poza de lavaplatos. Más claro: Mucha estética, pero nula funcionalidad. Se nota a la legua que no pocos arquitectos millenials se criaron entre algodones y por eso no conocen lo que realmente requiere el Ama de Casa. De ahí los errores, por no decir horrores. Mi madre nos enseñó a mis hermanos y a mí a lavar, planchar y cocinar, amén de hacer reparaciones caseras de gasfitería y electricidad. Gracias a esta reciedumbre resistimos terremotos, golpes de Estado, paquetazos, terrorismo, toques de queda, apagones, El Niño, racionamiento de luz y agua, colas para conseguir un bolsa de leche Enci, shock económico y ahora la pandemia. Pero la muchachada de hoy no sabe ni calentar agua y le da un ataque de histeria si le piden guardar un relajado toque de queda. ¿Qué fue de la educación de mis tiempos idos???
¡Nunca pensé que la errada crianza doméstica iba a incidir tanto en la calidad de las edificaciones! Mas el análisis y las recomendaciones puntuales para desfacer este singular entuerto prefiero desarrollarlos en el próximo artículo. Entretanto, les invito a manifestar su opinión sobre los tres planteamientos arriba expuestos en este blog o en Facebook.